martes, 1 de octubre de 2013

PROYECTO INVESTIGATIVO “PUNTOS DE GIRO”
“Como el olvido es tan fácil, hay que elegir qué recordamos”
Antonio Muñoz Molina. (Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2013)



Indagando en la historia de  Bucaramanga, su crecimiento, desarrollo vial y modelos de ordenamiento, encuentro que  la mayoría de las  glorietas o rotondas con que cuenta actualmente esta ciudad se ubican la zona antiguamente denominada “Llano de don Andrés”, circunstancia que tiene una razón de ser:  estos latifundios correspondían a terrenos baldíos que solo hasta finales 1889  fueron adquiridos por Don Andrés Serrano en asocio con  Don Anselmo Peralta.  Estas tierras eran la vía obligada de campesinos y negociantes de regiones circunvecinas que llegaban a comercializar sus productos. Ante  la importancia de este punto estratégico  que atravesaban aldeanos y arrieros santandereanos provenientes de Rionegro, Charta, Matanza , California, Vetas y Tona, esta zona se convirtió rápidamente en menos de cincuenta años  en todo un enjambre de construcciones residenciales y de servicios que evolucionaron en polos de desarrollo no sólo para la capital de Santander sino para el departamento entero, y  sobre las que se construyeron las principales rutas de acceso y glorietas con que cuenta actualmente la ciudad para comunicar importantes edificaciones. Sobre el “Llano de don Andrés” posteriormente llamado “Llano de la Mutualidad”, y que sucesivamente pasó a manos de diversos dueños, se construyeron El Cuartel, El Estadio, Universidades, Cínicas, Colegios, Iglesias, Parques, Avenidas, Plaza de Mercado, Acueducto, etc.,  siendo hacia 1940 el lugar más codiciado y poblado, conformando alrededor de 20 Barrios (prácticamente media ciudad.)



¿Qué sucedía aquí anteriormente?
En palabras del nieto  de Don  Andrés Serrano, su abuelo compró el llano  “para que algunas familias bumanguesas lo atravesaran cantando, jugando, muchas veces acompañados de grupos musicales a campo traviesa, con pausas para bailar y jugar a la ‘gambeta’ o a batir ‘melcocha’ mientras la juventud gozaba as sus anchas de sus paseos” 1 . Estos terrenos baldíos sin utilidad, pastizales, altas gramillas, con hierbas  y plantas de poca altura comenzaron a tomar valor siendo objetivo de urbanizadores y ciudadanos que se las disputaban a los mejores precios.“Recuerdos de un pasado, casonas con sus tejas cubiertas de melones,  pepinos y estropajos, patios sembrados de jardines y frutales,  y plantas aromáticas y curativas , los baños y las aguadas, testimonios de un precioso ayer.…Patios sembrados de girasoles, siemprevivas, trinitarios, cayenos, raboegallos, dalias, violetas, azucenas, rosas y claveles…, y alrededor malva, tomillo, albahaca, yerbabuena, toronjil, manzanilla, paico, llantén, perejil, cilantro. Todo un recetario para enfermedades y comidas2
El llano de Don Andrés era un mar de gramilla verde salpicado de arbustos donde los  habitantes de Bucaramanga acudían a divertirse en los baños de los lagos y las aguadas: no era el baño diario, era el bisemanal y el semanal que llegaba al alma, que daba nuevos bríos y rejuvenecía las fibras de cada ciudadano. Bañarse el pelo con legía y jabón de la tierra, el baño de la sencillez, era el goce de sentirse limpio, cordial, generoso. Baños del pasado que no aseaban solamente el cuerpo sino también el alma.
Con la construcción  del primer Acueducto hacia 1951, el progreso acabó con esa sencillez, la ciudadanía ganó en comodidades -el baño diario en medio de lujosas paredes porcelanizadas- pero sin la calidez del sol.

Del pasado a la contemporaneidad.
Comparto el pensamiento de Alberto Saldarriaga3cuando dice que la memoria cultural es un gran compendio de costumbres, valores, imágenes,  objetos y espacios. Semejante  a la memoria individual, está  formada con  rasgos  de lo que aconteció y es vulnerable de desaparecer. Las derivaciones de su desaparición son  amplias  y trascienden  en la estructura cultural de toda  una comunidad, en su presente y su futuro. Las ciudades y pueblos son enormes conglomerados de memoria. En su tejido social  y en sus construcciones se devela y se oculta  simultáneamente  el pasado de sus ciudadanos. El pasado es un moradorconstante en la ciudad. Su forma no es siempre evidente, se dispersa y  regresa diariamente, a veces como rastros y ruinas, otras como construcciones y sitios  cuya presencia física es por sí misma  memoria, y otras como usanzas y prácticas enraizadas en el subconsciente citadino. La urbe, al igual que una estratificación geológica, se erige y se rehace sobre las capas superpuestas de su memoria. Lo material soporta mudanzas en el tiempo, se destruye, se redime, en fin, es un protagonista del tiempo inconmovible y dinámico de la existencia de la ciudad. Lo nuevo es apenas una clasificación efímera aplicada a algo que posteriormente  se convertirá en viejo.
"La ciudad permite ser mirada, observada y vista de todas esas maneras. En su abigarrada concentración de seres, objetos, espacios, acontecimientos y memorias, cada quien contribuye con algo, desde la simple acción de recorrerla hasta la abstracción de sus sonidos, sus imágenes,  sus lugares y  sus gentes".4
Considero que los caminos trazados por el arte contemporáneo  actualmente van en ese sentido y  convocan a una constante revisión de los referentes sociales, históricos y políticos del lugar desde donde se trabaja, buscando elementos diversos que sirvan como dispositivos  potenciadores del acto creativo y  que permitan alcanzar una comunicación más directa y de tipo relacional con los espectadores que pocas veces se detienen a observar y sentir el lugar sobre el cual están parados, o a preguntarse sobre su pasado, o los flujos y reflujos que los rigen, donde la velocidad cada vez más es el elemento determinante de sus vidas.

Los ciudadanos actuales no tienen tiempo ni espacio para jugar, para cantar,  para sembrar un jardín,  subirse a un árbol, o bañarse al sol. Ciudadanos así,  que viven sus vidas en medio de afanes, que no se cuestionan cómo se transforma su entorno, o que viven inmersos en sus autos como dentro de una burbuja  a la que no le afecta nada, es  a quienes pretenderé llegar con mi trabajo y mis acciones, a quienes intentaré asombrar en medio de su camino o de su ruta, recordándoles el goce de sentir su corporalidad en una presencia sincera con el lugar que pisan,  rememorando  el poder de sus cuerpos en comunión con la vida y  el territorio que los alberga.



1RIVERA, José del Carmen. Bucaramanga Alrededor de los hechos. SYC Editorial. 1999. Pág. 27
2 Ibid. Página 37
3  SALDARRIAGA, Alberto. “Imagen y memoria en la construcción cultural de la ciudad.”  Publicado en el  compendio “La ciudad: hábitat de diversidad y complejidad.”  Editorial UNIBIBLOS  Universidad Nacional de Colombia. 2002 .
4 Ibid. Página 165

 




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