PROYECTO INVESTIGATIVO
“PUNTOS DE GIRO”
“Como el olvido es tan fácil, hay que elegir qué
recordamos”
Indagando en la historia de Bucaramanga, su crecimiento, desarrollo vial
y modelos de ordenamiento, encuentro que
la mayoría de las glorietas o
rotondas con que cuenta actualmente esta ciudad se ubican la zona antiguamente
denominada “Llano de don Andrés”, circunstancia que tiene una razón de
ser: estos latifundios correspondían a
terrenos baldíos que solo hasta finales 1889
fueron adquiridos por Don Andrés Serrano en asocio con Don Anselmo Peralta. Estas tierras eran la vía obligada de
campesinos y negociantes de regiones circunvecinas que llegaban a comercializar
sus productos. Ante la importancia de
este punto estratégico que atravesaban
aldeanos y arrieros santandereanos provenientes de Rionegro, Charta, Matanza ,
California, Vetas y Tona, esta zona se convirtió rápidamente en menos de
cincuenta años en todo un enjambre de
construcciones residenciales y de servicios que evolucionaron en polos de
desarrollo no sólo para la capital de Santander sino para el departamento
entero, y sobre las que se construyeron
las principales rutas de acceso y glorietas con que cuenta actualmente la
ciudad para comunicar importantes edificaciones. Sobre el “Llano de don Andrés”
posteriormente llamado “Llano de la Mutualidad”, y que sucesivamente pasó a
manos de diversos dueños, se construyeron El Cuartel, El Estadio,
Universidades, Cínicas, Colegios, Iglesias, Parques, Avenidas, Plaza de
Mercado, Acueducto, etc., siendo hacia
1940 el lugar más codiciado y poblado, conformando alrededor de 20 Barrios
(prácticamente media ciudad.)

En palabras del nieto de Don
Andrés Serrano, su abuelo compró el llano “para que algunas familias bumanguesas lo
atravesaran cantando, jugando, muchas veces acompañados de grupos musicales a
campo traviesa, con pausas para bailar y jugar a la ‘gambeta’ o a batir ‘melcocha’
mientras la juventud gozaba as sus anchas de sus paseos” 1 . Estos terrenos baldíos sin utilidad, pastizales,
altas gramillas, con hierbas y plantas
de poca altura comenzaron a tomar valor siendo objetivo de urbanizadores y
ciudadanos que se las disputaban a los mejores precios.“Recuerdos de un pasado, casonas con sus tejas cubiertas de
melones, pepinos y estropajos, patios
sembrados de jardines y frutales, y
plantas aromáticas y curativas , los baños y las aguadas, testimonios de un
precioso ayer.…Patios sembrados de girasoles, siemprevivas, trinitarios, cayenos,
raboegallos, dalias, violetas, azucenas, rosas y claveles…, y alrededor malva,
tomillo, albahaca, yerbabuena, toronjil, manzanilla, paico, llantén, perejil,
cilantro. Todo un recetario para enfermedades y comidas”2
El
llano de Don Andrés era un mar de gramilla verde salpicado de arbustos donde
los habitantes de Bucaramanga acudían a
divertirse en los baños de los lagos y las aguadas: no era el baño diario, era
el bisemanal y el semanal que llegaba al alma, que daba nuevos bríos y
rejuvenecía las fibras de cada ciudadano. Bañarse el pelo con legía y jabón de
la tierra, el baño de la sencillez, era el goce de sentirse limpio, cordial,
generoso. Baños del pasado que no aseaban solamente el cuerpo sino también el
alma.
Con
la construcción del primer Acueducto
hacia 1951, el progreso acabó con esa sencillez, la ciudadanía ganó en
comodidades -el baño diario en medio de lujosas paredes porcelanizadas- pero
sin la calidez del sol.
Del pasado a la contemporaneidad.
Comparto el pensamiento de Alberto Saldarriaga3cuando dice que la memoria cultural es un gran compendio de costumbres, valores, imágenes, objetos y espacios. Semejante a la memoria individual, está formada con rasgos de lo que aconteció y es vulnerable de desaparecer. Las derivaciones de su desaparición son amplias y trascienden en la estructura cultural de toda una comunidad, en su presente y su futuro. Las ciudades y pueblos son enormes conglomerados de memoria. En su tejido social y en sus construcciones se devela y se oculta simultáneamente el pasado de sus ciudadanos. El pasado es un moradorconstante en la ciudad. Su forma no es siempre evidente, se dispersa y regresa diariamente, a veces como rastros y ruinas, otras como construcciones y sitios cuya presencia física es por sí misma memoria, y otras como usanzas y prácticas enraizadas en el subconsciente citadino. La urbe, al igual que una estratificación geológica, se erige y se rehace sobre las capas superpuestas de su memoria. Lo material soporta mudanzas en el tiempo, se destruye, se redime, en fin, es un protagonista del tiempo inconmovible y dinámico de la existencia de la ciudad. Lo nuevo es apenas una clasificación efímera aplicada a algo que posteriormente se convertirá en viejo. |
"La ciudad permite ser
mirada, observada y vista de todas esas maneras. En su abigarrada concentración
de seres, objetos, espacios, acontecimientos y memorias, cada quien contribuye
con algo, desde la simple acción de recorrerla hasta la abstracción de sus
sonidos, sus imágenes, sus lugares
y sus gentes".4
Considero
que los caminos trazados por el arte contemporáneo actualmente van en ese sentido y convocan a una constante revisión de los
referentes sociales, históricos y políticos del lugar desde donde se trabaja,
buscando elementos diversos que sirvan como dispositivos potenciadores del acto creativo y que permitan alcanzar una comunicación más directa
y de tipo relacional con los espectadores que pocas veces se detienen a
observar y sentir el lugar sobre el cual están parados, o a preguntarse sobre
su pasado, o los flujos y reflujos que los rigen, donde la velocidad cada vez
más es el elemento determinante de sus vidas.

|
No hay comentarios:
Publicar un comentario