El café se cultivaba en los suelos urbanos y en las áreas
periféricas, y ello actuaba como agente valorizador de primera
instancia
La ciudad también puede definirse: “como
una creación colectiva y testimonio de los usos, costumbres,
conocimientos, modos de vida de la sociedad que la
construye...”1, y en ese sentido, los vestigios arquitectónicos:
“pueden servir de testimonio para la interpretación política de
las conductas sociales”2 y también de quienes las habitaron.
En los tres primeros quinquenios del presente siglo, la estructura urbana de Bucaramanga se modeló a partir de los siguientes elementos: su fortaleza comercial a nivel regional ligada a la producción y distribución cafetera junto con una mediana base artesanal y de servicios; su posición geoestratégica regional para la redistribución comercial y, unas tasas de crecimiento demográficas bajas pero en permanente ascenso. Ello generó una configuración espacial urbana que asimiló los efectos del relieve cordillerano el cual dispuso límites naturales tradicionalmente percibidos como muy rigurosos al oriente y occidente del casco urbano . Con un área comercial central claramente definida por importantes cruces de las vías o ejes de acceso, y una periferia que asimiló en todos los cuatro flancos del casco urbano tales límites y ejes.3
En los tres primeros quinquenios del presente siglo, la estructura urbana de Bucaramanga se modeló a partir de los siguientes elementos: su fortaleza comercial a nivel regional ligada a la producción y distribución cafetera junto con una mediana base artesanal y de servicios; su posición geoestratégica regional para la redistribución comercial y, unas tasas de crecimiento demográficas bajas pero en permanente ascenso. Ello generó una configuración espacial urbana que asimiló los efectos del relieve cordillerano el cual dispuso límites naturales tradicionalmente percibidos como muy rigurosos al oriente y occidente del casco urbano . Con un área comercial central claramente definida por importantes cruces de las vías o ejes de acceso, y una periferia que asimiló en todos los cuatro flancos del casco urbano tales límites y ejes.3
Bucaramanga,
entonces, era un centro de acopio agrícola y artesanal de los
municipios vecinos: con Rionegro por el norte se comerciaba
el café; con Lebrija por el oeste también café, sombreros y
ganado; con Girón por el sudeste tabaco, cacao y algo de oro;
con Floridablanca y Piedecuesta por el sur ganado porcino,
panela, maíz y arroz, objetos textiles de mimbre, fique
y alfarería; y con Tona, Matanza y Suratá por el este café,
harinas y ganados.4
Los ejes viales de entrada y salida de la ciudad se adaptaban
al terreno e integraban el espacio regional. (Ver mapa 3)
Así, un camino prolongación de la calle Quebrada Seca (hoy
carrera 15), atravesaba el “llano de don Andrés” llegaba hasta
Chapinero, sitio de parada de recuas y en cuya cercanía el
acaudalado negociante extranjero Lorenzo Larsen había
construido su quinta; el camino continuaba por el norte hacia
Rionegro y antes de llegar al municipio cafetero se bifurcaba
para seguir hacia Puerto Santos, sobre el río Lebrija. De
Chapinero por el nororiente otro camino buscaba el río Tona
para conducir a Matanza y Suratá. Pero para estos últimos
municipios existía una variante: atravesar el llano de don
Andrés pasos adelante del puente del comercio (hoy carrera
15 con bulevar Bolívar) hasta “la Perla” (en la UIS) y de allí a
encontrar el río Suratá en Chitota 5
2 GUARÍN LEÓN, Libardo. Un correo arquitectónico. En: Magazín Dominical del Espec- tador. Bogotá. 11 de julio de 1999 No. 843 p.1
3 Néstor José Rueda, Jaime Álvarez Fuentes, HISTORIA URBANA DE BUCARAMANGA 1900 - 1930. Página 37
4BARÓN, Ana Francisca. Monografía del municipio de Bucaramanga. En: Escuela Prima- ria (ene. – jun. 1923) p. 561 – 576
5 Gaceta de Santander. Informe del inspector de caminos de las provincias de Soto y
los Santos. P. 112
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